domingo, 2 de junio de 2013

Lágrimas

Intento tranquilizarme, aunque no funciona. Comienzo a sentir que me falta el aire y abro la boca desesperada para intentar tragar bocanadas de aire que parecen no relajarme en absoluto. Necesito calmarme. Cálmate Sandra,cálmate... Comienzo a asimilarlo. Me han operado de la garganta, eso está claro pero...¿ Y si no consigo volver a hablar ? Vuelvo a notar como la angustia vuelve a apoderarse de mí por lo que decido dejar de pensar en ello. Ahora lo más importante es ver a Leo. Decido seguir andando hasta que consigo abrir la puerta de la habitación. Salgo a un pasillo blanco que se extiende hacia mi derecha e izquierda. De repente diviso al médico que me ha visitado antes en una esquina, hablando con una enfermera. Comienzo a andar mas deprisa hacia él hasta que, cuando lo tengo a unos pocos metros de mí, se percata de mi presencia, me mira con preocupación, y echa a andar hacia mí pidiéndome que pare.
-Para Sandra,para. Aún estás muy débil,podrías caerte- Me dice con un tono de preocupación. Al momento de decir esto baja un poco la vista y se percata de que el parche de mi cuello está descolocado. Vuelve a levantar la mirada y me mira a los ojos.
-No deberías haberte quitado eso, Sandra. Ya te he dicho que te operamos apenas dos días. La cicatriz sigue siendo reciente.- Me explica despacio.
 El médico se percata de mi cara de asombro y preocupación. Es como si adivinase que yo no sabía lo de la operación, solo lo intuía. La verdad es que me siento un tanto avergonzada por no haberle hecho caso cuando me estaba explicando mi situación.
-No has oído ni una palabra de lo que te he dicho antes, ¿ me equivoco ? - Me dice con una tímida sonrisa y cara de comprensión.-  Sandra, hemos tenido que operarte de la garganta. Toda tu laringe fue atravesada por uno de los cristales del coche durante el impacto, causándote una hemorragia importante y dejando tus cuerdas vocales en mal estado. Las hemos estado reconstruyendo y hemos cosido muchas zonas. La operación ha salido muy bien, aunque no puedo garantizarte que puedas recuperar el habla...- Me dice lentamente y bajando la mirada mientras pronuncia la última frase.
No puedo evitar preocuparme y sentirme muy desdichada. Aun así lo único que me preocupa en estos momentos es ver a Leo, y así se lo hago saber al doctor mediante otro papel y un boli. Él me acompaña hasta la habitación, abre la puerta, y la cierra detrás de mí para dejarme sola con él. Apenas entro veo su cuerpo postrado en la cama. No se mueve, ni un ápice. Se encuentra tumbado en la cama boca arriba.Sus ojos azules cerrados y su cara serena. Es como si durmiese plácidamente, lo que me preocupa es que su sueño dure para siempre. Echo a andar hacia él y me siento en la silla colocada junto a su cama. Alargo tímidamente el brazo y agarro su mano. Tan pronto como lo hago un escalofrío me recorre todo el cuerpo y siento ganas de llorar. Intento reprimirme, pero no puedo. Sé que si ahora mismo pudieses verme me dirías que no lo hiciera, que no llorase...Que no te gusta que lo haga, pero no puedo evitarlo. Solo espero que vuelvas aquí, conmigo. Desde donde quiera que estés...Vuelve. Ojalá tuviese ahora aquí a mi Leo. Al pesado que no puede parar quieto ni un segundo y que se pasa todo el jodido día chinchándome. Ese es el leo que yo quiero, ese es el hermano que no quiero perder nunca. Me agacho y lloro durante mucho rato, demasiado. Llego a pensar que me quedaré sin lágrimas, aunque por desgracia eso no ocurre.
 De repente llaman a la puerta y alguien la abre. Me apresuro a levantar la cabeza y no puedo evitar volver a llorar. Mi madre se encuentra en la puerta, sentada en una silla de ruedas con una escayola en la pierna derecha. En cuanto me ve no puede evitar emocionarse y veo como sonríe y como llora sin poder evitarlo. Su cara tiene algunos arañazos y parece cansada aunque por lo demás me alegra comprobar que se encuentra bien. Corro hacia ella y la abrazo en silencio, sin ningún sonido mas que el de su llanto. Cierro los ojos y sumerjo mi cara entre su pelo, como un día hizo una niña asustada que siempre buscaba refugio en esos brazos. Disfruto de la sensación de tenerla conmigo, porque solo el hecho de pensar que podía haberla perdido, me hace apreciar aún más ese momento a su lado.
Es entonces cuando veo que no viene sola. Tras ella está mi padre, que me mira emocionado al darse cuenta de que levanto la cabeza para mirarle. Aunque me gustaría quedarme así siempre, suelto a mi madre y ahora abrazo a mi padre. Lo miro de arriba abajo, comprobando que está bien. Solo unos rasguños, nada más. Lo abrazo y el hombre llora como un niño. Me parece que es la primera vez que lo veo llorar. Solo espero que sea también la última, porque de lo contrario, no lo soportaría. Mi padre me abraza fuerte, como si tuviese miedo de que fuese a desvanecerme. Hablaría con ellos, les diría que los quiero y lo mucho que me alegro de que estén bien, pero no puedo y confío en que mis ojos digan por mí lo que yo no puedo. Ellos parecen entenderlo.
-Ya sabemos lo de tu garganta cielo. No te preocupes por nada, todo se arreglara, ya lo veras...Todo- Concluye mi padre mientras mira a Leo, que sigue quieto en su cama,ajeno a todo. Comienzo a pensar que quizás sí que puede escucharnos. Quizás oye lo que decimos. Dicen que el oído es lo último que se pierde. Decido que quiero hablar con él. No estoy segura de que vaya a poder escucharme,pero vale la pena intentarlo. Tras unos cuantos minutos escuchando hablar a mis padres, decido que es mejor dejarles descansar, pues parecen cansados. Les escribo una nota para que sepan que quiero estar a solas con Leo y ellos llevan a cabo lo que les pido.
En cuanto la puerta se cierra me dirijo hacia la pequeña silla y miro a Leo con tristeza y cariño, mientras le acaricio la mejilla con dulzura. Es como si en mi cabeza él dijese " quita esa mano". Seguro que,de poder, diría eso...Siempre lo decía. No puedo evitar recordar todas sus manías con cariño.Sonrío y lloro, todo a la vez. Vuelvo a coger su mano y respiro hondo. Cierro los ojos y pienso durante unos instantes en lo que le quiero decir, aunque mas que hablar me temo que solo podré pensar. Espero, aun así, que me escuche.
" Hola enano. Ni siquiera estoy segura de que puedas oír esto, pero ya sabes lo mucho que me gusta darte discursitos, así que aquí va uno. Sé que no te lo digo lo suficiente, que debería dejártelo claro cada mañana, cada vez que te veo, pero quiero que sepas que te quiero. Siempre estábamos juntos de pequeños. Recuerdo cuando jugábamos en el parque de pequeños, cuando me dejabas ganar a todos los juegos de cartas para que no me pusiese triste. Recuerdo como me defendías cuando tus amigos mayores se metían conmigo y me llamaban canija... Supongo que siempre estabas ahí conmigo, aunque me costase verlo. Por mucho que riñésemos, tu siempre me apoyaste en todo. Ojalá pudiese ayudarte yo esta vez. Estoy segura de que aunque pudiese, seguiría estando en deuda contigo, porque te debo tanto... Necesito que vuelvas conmigo. Nunca he sabido como decírtelo, siempre me dio un poco de vergüenza, pero quiero que sepas que haber tenido la oportunidad de conocerte,de ser tu amiga, de ser tu hermana, de compartir todo esos momentos....Eso es lo mejor que me ha pasado. Que yo solo quiero estar contigo y cuidarte y ayudarte...Toda mi vida. Nunca te lo confesé pero...Siempre que estaba avergonzada o triste y tu me abrazabas, todo lo malo, parecía menos malo. Ojalá a ti te esté pasando lo mismo ahora. Te quiero, Leo "
Cuando termino me doy cuenta que hace rato que he empezado a llorar. Que mas da. Me seco la cara de lágrimas y me quedo allí sentada, a su lado, sin dejar de soltar su mano. Solo quiero que esté bien...Que vuelva conmigo, que pueda volver a disfrutar de la vida que tenía.
Estoy inmersa en mis pensamientos cuando,de repente, llaman a la puerta. Ni siquiera me molesto en decir nada, ni siquiera giro la cabeza hacia la puerta. De todas formas alguien la abre y oigo como la cierra tras sus espaldas. Entonces si que giro la cabeza para ver quien es. Y desearía no haberlo hecho nunca. Mi cara se torna confusa en cuanto le veo, en cuanto mi corazón da un vuelco tan grande que incluso me asusto. No puede ser él, no tiene sentido, pero está claro que no me equivoco. Allí está Daniel, de pie junto a la puerta cerrada, mirándome. No es así como imaginé que sería nuestro reencuentro. Desde que me desperté aquí no he tenido mucho tiempo para pensar en él. Solo sé que le quiero. Que tardé mucho en darme cuenta, que le hice mucho daño rechazándole, pero aun así en el pueblo me di cuenta de que quiero estar con él, de que no necesito esperar. Solo necesito que me abrace, haciendo desaparecer todo el dolor de mi corazón. No necesito mas tiempo para aclarar las cosas, ya está claro que toda mi vida en el pueblo acabó. Ahora, si he de empezar un nuevo capítulo de mi historia, quiero que él sea el protagonista que llene todas las páginas.

Me percato de su cara de tristeza y,aunque me extraña un poco, decido dejarme de tonterías. No puedo evitar sonreír y abro la boca para decirle que lo siento. Lástima que ningún sonido salga de ella. Espero a que él diga algo, a que pregunte qué me pasa. Quiero decirle tantas cosas. Solo quiero hablar con él. Solo quiero besarle, pero su cara, triste y dolida, me incomoda y me paraliza. ¿ Qué le pasa ? ¿ Acaso no se alegra de ver que estoy bien ? No entiendo nada, una vez más. Decido esperar a que hable,pero pasa el tiempo y no lo hace. Yo solo quiero pedirle perdón. Ojalá pudiese decirle lo mucho que está empezando a gustarme. Ojalá él dijese algo. Me limito a mirarle y mil y un pensamientos recorren mi mente.
Se acabó el tiempo, no puedo esperar más. Ya que no puedo decirle nada, será mejor que me exprese de otra manera. Siento miedo y vergüenza, esto es muy difícil y no lo he hecho nunca. ¿ Y si está tan dolido que no quiere saber nada de mí ? No,no puede ser eso. Si fuese así, ¿ que hace entonces aquí ? No es momento para dudar. Es ahora o nunca. Lo necesito. Le he echado tanto de menos...Ahora no es momento de acovardarme. Será mejor hacerlo rápido, antes de que cambie de idea.
Me levanto de la silla y suelto la mano de Leo. Corro hacia él y por un momento pienso que he hecho mal en hacer esto. Su cara no cambia, sigue mirándome tristemente y no se mueve, no hace nada. Me asusta su reacción. No le doy tiempo ha hacer nada, agarro su cuello con mis manos, lo atraigo hacia mí y lo beso con desesperación. Es como si no pasase nada. Espero algo, la mas mínima reacción. En mi cabeza hay dos opciones: Que me empuje, me aparte de él y me diga que soy una sinvergüenza por jugar así con él o que me acerque a él y me bese como si fuese a morir por ello. Espero y espero a que se cumpla la segunda, pero pasan los segundos y no hace nada. Es como besar una estatua de cera. No sé qué estará significando eso para él, pero mi corazón late a mil por hora. Siento un hormigueo en la tripa y solo quiero acercarlo más a mí. Solo quiero que me diga que no volveremos a separarnos, que todo ha pasado, que lo tengo a él. Quiero sentir hoy, mas que nunca, que está aquí, conmigo, pero no ocurre nada.
 Nada. Hasta que de repente se me rompe el corazón. Me acaba de agarrar por los brazos y me aparta de él con suavidad. Me lo temía. Debe odiarme por todo lo que le he hecho.
No intento nada. Dejo que me aparte de él y me quedo de pie enfrente suya, mirándolo desconsolada. Al instante una lágrima recorre mi mejilla y me siento fatal. Fatal porque lo he perdido para siempre. Le miro esperando a que me diga lo horrible que soy y que no quiere volver a verme, pero en vez de eso sigue mirándome unos segundos más en silencio. Es entonces cuando me doy cuenta de la terrible tristeza que desprende su mirada. Entonces empiezo a pensar. ¿ Qué está haciendo aquí ? ¿ Cómo ha sabido lo que me ha pasado ? No me da tiempo a seguir pensado porque el chico comienza a hablar.
- Lo...Lo...Lo siento Sandra, de verdad. por favor, no llores- Me dice con aun voz que me asusta por su angustia.
Se le ve cansado, muy cansado. Su pelo, que ahora mismo está mojado y alborotado, le cae sobre la frente. Sus ojos azules, esos ojos que siempre me han encantado, parecen tristes y están rodeados de unas ojeras tremendas. Es como si esos ojos, que siempre habían desprendido luz y vida, ahora se hubiesen apagado.
No puedo seguir mirándolos porque aparta su mirada de la mía y la dirige al suelo.
- Tengo muchas cosas que explicarte, lo se.- Continua diciendo ante mi atónita mirada.
Decido dejarle hablar porque tampoco es que pueda contestarle nada.
- No es que te odie, tranquila. Estoy seguro de que estás pensando eso. Es totalmente al revés. No te merezco en absoluto. Es todo culpa mía- Termina por decir con voz entrecortada.
El momento siguiente a esas palabras, me parece que nunca lo olvidaré. Ese fue el momento en el que vi a un ángel llorar.
 Sus ojos se llenan de lágrimas rápidamente y no se molesta en retirarlas con su mano. Su pelo alborotado cae sobre su frente. Sus ojos se tornan de un color verdoso tras todas esas lágrimas. No puedo evitar acercarme. Doy unos pasos y, aunque espero un nuevo rechazo, alargo la mano y toco su cara. Por un momento me mira con cariño, pero tras un segundo todo se desvanece. Vuelve a agarrar mi mano y a alejarla de su cara con cuidado. Mi cara vuelve a reflejar confusión.
- Perdóname. Yo... Yo te...Bueno, a mi me gustas mucho Sandra, pero no puedo estar contigo. No puedo- Continua diciendo entre lágrimas.
No lo entiendo, no lo entiendo. ¿ Por qué ? Si tanto me odia que no quiere estar conmigo que me lo diga ya, porque esto me está matando. Me encantaría poder hablar para decirle que no entiendo nada, que me explique por qué. ¿ Por qué parece que se le rompe el corazón cada vez que me mira ? Entonces, de repente, deja de llorar y veo como aprieta los puños. Su rostro se torna enfadado. Se mezcla la tristeza con la rabia.
-Soy un cabrón. Realmente lo soy- Grita con rabia y asco.
Mi cara sigue mostrando confusión,cada vez más. Entonces una última lágrima cruza su cara y sus ojos, que estaban mirando hacia el suelo, vuelven a cruzarse con los mios. Así, mirándome, dice la última frase.
-Sandra...Fui yo quien llevaba el coche que se estrelló contra vosotros-